Hoy, era el último día de clases. Lucio comenzó tempranito a despedirse de las maestras y de sus amigos.
Terminaba el año lectivo y comenzaban las vacaciones. Tres largos meses por delante y aún no sabía como iba a ocupar ese tiempo.
Cuando llegó a su casa, Pupy la perrita, acudió a recibirlo corriendo y saltando.
Pupy manifestaba su alegría de la única forma que sabía: saltar encima y lamer la cara del niño. Este, un poco melancólico, dijo:
- Hola Pupy linda... ¿Sabes? Hoy fue mi último día de clases, tengo que esperar hasta el año que viene para ir de nuevo al colegio. ¿Qué vamos a hacer con tanto tiempo libre?
Pupy no hablaba, pero entendía todo. Corrió hasta la bicicleta de Lucio y subió las patitas en la rueda delantera.
Lucio respondió:
- Está bien, andar en bici es lindo, pero igual me va sobrar mucho tiempo.
Pupy, fue hasta la cucha y volvió con la correa de perro entre sus dientes.
- ¿Mamá, podemos ir con Pupy y la bici a dar una vuelta por el parque?
- Bueno Lucio, un rato. Ponete el casco y no hagas correr mucho a Pupy.
A Pupy, le encantaba pasear por el parque mientras arrastraba con su correa, la bicicleta de Lucio. Los paseantes daban vuelta la cabeza, mirando como cruzaban los senderos a toda velocidad. Sorprendidos, decían:
-Tené cuidado, Lucio –le decía el vendedor de garrapiñadas. Le va a hacer mal a tu perra correr así. Lo que no sabían era que Pupy adoraba ese ejercicio. Ella lo pedía.
Quién pudiera salir a andar en bici con estos días lindos!!
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