lunes, 13 de septiembre de 2010

BATALLA FINAL

Lucio y Pupy volvieron a su escondite detrás del helecho, pero Miguelito estaba muy furioso y apuntó su llamarada de fuego directamente al helecho. Este quedó totalmente chamuscado.
¡Ohh...! Lucio y Pupy estaban a la vista, y fueron descubiertos instantáneamente, tanto por los bandidos, como por Miguelito.
- ¿Qué hacen estos aquí?- rugió el Capitán Juárez.
- ¡¡¡Atrápenlos!!!- ordenó furioso
Pupy logró salir corriendo a toda prisa, pero Lucio no tuvo la misma suerte y lo tomaron prisionero. Fue amarrado a otro árbol, junto a los demás.
A todo esto, los hombres de Otto, estaban preparados para atacar. Les causaba un poquito de miedo el feroz Miguelito. Los piratas, estaban acostumbrados a pelear contra otros piratas, pero este monstruo era otra cosa.
Pupy, estaba muy enojada. Habían capturado a su amigo Lucio. Por eso, sin pensar en las consecuencias, se lanzó sobre Miguelito ladrándole con todas sus fuerzas.
Corría y ladraba simultáneamente, girando siempre alrededor de Miguelito. Este la quería atrapar pegando grandes tarascones con su bocaza. Pero Pupy lo hacía girar como un trompo, ya que ella, era mucho más ágil.
El pobre monstruo hambriento y débil, comenzó a sentir que se mareaba con tanta vuelta y de pronto: ¡Paff!... cayó al suelo. Estaba fuera de combate.
El capitán Otto aprovechó que Pupy tenía tan ocupado a Miguelito que ordenó:
-¡¡Ahoraaaa, al ataqueeee!!
Se lanzaron con furia sobre los piratas de Juárez y luchaban cuerpo a cuerpo con sus espadas.
Luego de una pelea larga y cruenta, el Capitán Otto y sus hombres, lograron capturar a todos los malhechores.
Liberaron a los prisioneros de sus ataduras.
La niña, no había perdido detalle de los sucesos. Se acercó a Pupy y abrazándola le dijo:
- Linda perrita, gracias por salvarnos. Te debemos la vida.
El Sr. Pérez, uno de los prisioneros, agradeció emocionado al Capitán Otto y a sus tripulantes por socorrerlos.
Más tranquilos, recuperaron el cofre con las joyas y el dinero.
Contaron al Capitán Otto y a sus hombres, que en realidad necesitaban un barco para trasladar materiales de construcción. Explicaron que estaban dispuestos a pagar buenos sueldos.
Ellos estaban  encargados de construir casas, en un pueblo que tenía muchas necesidades. Por eso uno preguntó:
- ¿Ustedes no saben de un barco honesto que quiera hacer este trabajo? - No como el del Capitán Juárez, que nos engañó vilmente.
El Capitán Otto miró a su Contramaestre y a sus hombres. Estos con la mirada y el gesto le pidieron por favor que acepte... Finalmente respondió en nombre de toda la tripulación:
- Sr. Pérez, nosotros podemos hacer ese trabajo – Ser pirata ya no rinde. Pero primero tenemos que devolver a Miguelito a su lugar.
- ¿Y cuál es su lugar? - Preguntó la niña, mientras acariciaba a Pupy

- Este monstruo no es tan malo como parece - respondió Lucio. Es que hace muchos días que no come y está enfurecido por el hambre. Es un monstruo marino que vive en el agua y se alimenta de peces y algas. No molesta a nadie; los marineros de estos mares  lo conocen. Ahora mismo, le dimos de comer y se calmó.
Todo volvió a la normalidad. Los piratas bandidos fueron enviados a la cárcel.
El barco del Capitán Otto, ahora transportaba materiales de construcción y últimamente, como se había terminado de construir una biblioteca nueva, también llevaban cajas con libros. En los viajes, Lucio, seguía cocinando para la tripulación y Pupy siempre iba con ellos en el barco.
Los marineros estaban contentos con su nuevo trabajo; a fin de mes cobraban un buen sueldo. Nadie quería volver a ser pirata.
¡Ah! Miguelito, volvió al mar y según contaban los marineros cuando pasaban por su morada, se lo veía jugando muy feliz en compañía de una encantadora monstruita.




- ¡¡ILucio, Lucio!!.- lo sacudió su madre. Pero hijo, te quedaste dormido en la bañera.
- Vamos. Secate con el toallón y a la cama- dijo su mamá mientras lo abrazó y le estampó en su mejilla el besito de las buenas noches
Cuando Lucio llegó a su cama, Pupy hacia rato que dormía profundamente. Estirada sus cuatro patitas sobre un confortable almohadón.
- Ahh... todo era un sueño. Pero qué lindo, si hasta parecía verdad. Con sueños así no me voy a aburrir en estas vacaciones...
      FIN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario