miércoles, 18 de agosto de 2010

Capítulo 2. Mi vida comienza a cambiar

Yo me sentía a gusto en ese lugar, por eso nunca pensé que alguien me podía comprar. Hasta que un día entró al negocio una señora, con un niño de unos 6 años, lleno de rulos.
Mientras la señora hablaba con el vendedor, Lucio, que así se llamaba este niño, se acercó a nuestro sector y empezó a pasarnos la mano por encima.
- Abue ¿Me comprás una?- preguntó
- Nene- las plantas no se tocan- dijo el vendedor. Les hace daño, porque tienen una burbuja de dulce, para atrapar insectos, que es muy delicada.
- ¿Como es eso?- preguntó la abuela de Lucio
- Estas plantas, producen un néctar muy dulce que atrae a los insectos por el aroma y cuando se posan en ellas quedan pegadas y ya no pueden salir- explicó amablemente el vendedor.
- ¿Y entonces  la comen?- preguntó Lucio
- No. La planta va absorbiendo los líquidos del insecto y deja como una cascarita.
- Uyyy…que interesante- exclamó la abue. ¿Y cuanto tarda en hacer eso?
- Unos cuantos días, depende del tamaño del insecto.
- Abue… ¿Me comprás una?- insistió Lucio
- ¿Pero, vos la vas a cuidar?- dudó la abue
- Si, si si…yo la cuido.
- Mirá que necesita cuidados especiales- apuntó el vendedor. Les voy a dar un papel con las instrucciones.
Y en ese momento fue que la abue pensó: ¿Porqué no compraban dos plantitas? Una para Lucio y otra para ella. Se había entusiasmado igual que su nieto.
La abue me eligió a mi y dijo:
- A mi me gusta esa coloradita. Y me tomó entre sus manos haciendo girar la maceta para observarme.
Salieron del negocio con nosotras dos. Cada una en su bolsita de papel con un instructivo y una bandeja pequeña para que nos colocaran en ella, con un poquito de agua.

Mi hermana se llamaría Manchita y yo Bety

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